Cuando se trata del pene, la preocupación por su apariencia es completamente natural. Cualquier cambio, mancha, protuberancia o variación puede causar ansiedad o temor, especialmente si no se tienen los conocimientos adecuados. Una de las condiciones más comunes —pero también más incomprendidas— es la presencia de pápulas perladas.
Muchos hombres las notan por primera vez en su juventud, al explorarse o al mantener relaciones sexuales, y lo primero que piensan es: ¿Tengo una enfermedad? ¿Es contagioso? ¿Debería preocuparme?
La respuesta corta es: no. Pero merece una explicación más profunda y clara.
¿Qué son las pápulas perladas?

Las pápulas perladas del pene son pequeñas protuberancias redondeadas, del mismo color de la piel o ligeramente blanquecinas, que suelen aparecer en una o varias filas alrededor de la corona del glande, es decir, justo debajo del borde de la cabeza del pene.
Su nombre proviene de su aspecto nacarado o brillante, muy parecido a una hilera de diminutas perlas. De ahí el término “perladas”.
Estas pápulas son completamente benignas, no son una infección, no son de transmisión sexual, no son verrugas, no duelen, no supuran, no se multiplican y no requieren tratamiento. Son, simplemente, una variación normal de la anatomía masculina.
¿Por qué aparecen?
Las pápulas perladas no tienen una causa patológica. Se desarrollan de forma natural, en especial durante la adolescencia o la adultez temprana. Se cree que su aparición está vinculada a factores hormonales y al desarrollo de glándulas especializadas en el pene.
De hecho, son más frecuentes en hombres no circuncidados, aunque también pueden presentarse en hombres circuncidados. No están relacionadas con la higiene, las prácticas sexuales ni con ninguna conducta específica.
Es importante dejar claro: no se “pegan”, no se “transmiten”, ni se deben a ningún tipo de contagio.
¿Debo preocuparme o ir al médico?
En la mayoría de los casos, no es necesario consultar al médico, ya que son una condición absolutamente normal. Sin embargo, si no está seguro de que lo que observa en su pene son pápulas perladas, es razonable acudir a un urólogo o dermatólogo para despejar dudas. El diagnóstico es rápido, visual y no requiere pruebas ni tratamientos invasivos.
Lo esencial es no alarmarse ni automedicarse, mucho menos intentar quitarlas con remedios caseros, cremas, exfoliaciones agresivas o cualquier tipo de procedimiento improvisado. Esto puede lesionar la piel del pene y causar infecciones o daños innecesarios.
¿Pueden quitarse?
Sí, pueden eliminarse, pero no es necesario hacerlo. Algunos hombres desean retirarlas por motivos estéticos o de autopercepción, aunque desde el punto de vista médico no hay justificación para hacerlo.
En caso de que alguien desee eliminarlas, existen procedimientos como el láser de CO₂ o la crioterapia, pero siempre deben ser realizados por un médico especialista. La eliminación es un acto meramente cosmético, no curativo ni preventivo.
¿Cómo diferenciarlas de una enfermedad?
Una de las principales razones por las que las pápulas perladas generan angustia es su confusión con enfermedades como el virus del papiloma humano (VPH). Sin embargo, existen diferencias claras:
Las pápulas perladas son pequeñas, redondas, simétricas y se agrupan en una o dos hileras ordenadas alrededor de la corona del glande. Las verrugas genitales (VPH), en cambio, son irregulares, pueden tener aspecto de coliflor, variar en tamaño, crecer desordenadamente y extenderse a otras zonas del pene, escroto o ano.
Cuando hay duda, lo más responsable es consultar a un médico, pero nunca asumir lo peor sin evidencia.
Las pápulas perladas del pene son una variación completamente normal y frecuente. No representan riesgo para la salud ni para la vida sexual, y no deben generar vergüenza, rechazo ni inseguridad. Hablar de ellas, informarse y desmitificarlas es parte fundamental del cuidado de la salud sexual masculina.
En Turcudos.com, creemos que el conocimiento del cuerpo masculino —en toda su diversidad, desnudez y realismo— es clave para vivir la virilidad con libertad, orgullo y sin miedos infundados.
Porque mostrar el pene también es hablar de él con naturalidad, respeto y educación.